No me gusta trabajar bajo presión
Como desarrollador remoto en una empresa con una sólida cultura, debo admitir que con el tiempo he perdido el gusto por trabajar bajo presión. Recuerdo que en mi trabajo anterior, la presión era moneda corriente, con fechas límite ajustadas y proyectos que se desviaban completamente de las estimaciones. Una realidad muy diferente a la forma en que manejo las cosas ahora.
En mis primeros días al redactar mi currículum, solía enorgullecerme de ser capaz de trabajar bajo presión, y sí, lo soy… bueno, efectivo en el sentido de que tal vez no hago mi mejor trabajo bajo presión, pero al menos logro completar las tareas. En ese momento, consideraba que trabajar bajo presión era una virtud, y de alguna manera, todavía lo creo. Sin embargo, mi relación con este tipo de entorno laboral ha cambiado significativamente. En la actualidad, valoro enormemente la increíble y apasionante experiencia de trabajar sin el peso de la presión, permitiéndome dedicarme con calma y pasión a mis tareas y logrando así mi mejor trabajo posible.
En mi trabajo actual, la norma es trabajar de manera tranquila, con plazos de tiempo bastante razonables y una comunicación fluida para superar cualquier obstáculo. Sin embargo, debido a un proyecto especial, en las últimas semanas me he visto obligado a volver a trabajar bajo presión. La tarea era terminar todo en un corto plazo porque el cliente esperaba probar la funcionalidad. Y lo confieso, lo detesto. Sé que es algo inevitable en el trabajo, pero creo que mi concepto de que sea algo deseable por ser emocionante ha cambiado.
Hoy en día, prefiero tener todo el tiempo necesario para realizar mi análisis con tranquilidad, revisar cada paso de la implementación sin tener que apresurarme para satisfacer las expectativas del cliente y ganarle al reloj.
🤔 Conclusión
En retrospectiva, mi evolución profesional me ha llevado a reconsiderar la importancia de trabajar bajo presión. Aunque pueda tener sus momentos emocionantes, ahora valoro más la calidad y la atención minuciosa que puedo dedicar a cada tarea cuando no estoy sujeto a la presión del tiempo. Es una lección que ha transformado mi perspectiva laboral y que, hoy en día, me hace cuestionar si realmente debería incluir “capacidad para trabajar bajo presión” en mi currículum. La verdadera habilidad radica en la capacidad de ofrecer un rendimiento excepcional incluso cuando no hay un reloj marcando cada segundo.